martes, abril 16, 2013

La Verdadera Historia de los Piratas de Somalia



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"Lo que hice fue para evitar perecer. Fui forzado a la piratería solo para sobrevivir."

William Scott. Últimas palabras antes de ser ahorcado.



Desde que oí rediviva la palabra "pirata" en el Telediario, me ha interesado la gran historia de los piratas de Somalia. ¿Cómo no podría hacerlo? Todos los que, siendo solo unos grumetes, leiamos a Emilio Salgari y aquellos ejemplares hechos puré de Novela Ilustrada sabemos de qué hablamos.

¿Quién se iba a imaginar que a día de hoy todos los medios de todas las naciones occidentales iban a resucitar a los taimados del parche en el ojo? Todas las televisiones, periódicos y radios hablando de salvajes africanos que atacan barcos inocentes. Todos nos sentimos ultrajados con el secuestro de los honrados pescadores vascos y nos alegramos de su liberación, nos emocionamos con el heroísmo desprendido del bizarro capitán norteamericano. Todos nos sentiremos aliviados cuando las potencias mundiales barran del mar a los rufianes.

Sin embargo, todo esto no es más que una mera pantomima. Una escandalosa historia de crueldad, mentiras, estupidez, avaricia, pobreza, descaro, corrupción, miseria, violencia, desesperación y vergüenza, se esconde detrás de todo. Pero el público, antes que esta otra historia, seguramente prefiera una de piratas. La otra, la verdadera historia, ha sido arrojada al mar dentro de una botella. Y nadie quiere abrirla.


Emperadores y Ladrones


"...Pero porque yo lo hago con un pequeño barco, soy llamado un ladrón. Tu, en cambio, lo haces con una gran flota, y te llaman Emperador".

Un pirata, frente a Alejandro Magno.


Como era de sospechar, la imagen que la cultura popular tiene de los piratas no se corresponde con la realidad. La piratería se conoce desde cuatrocientos años antes del nacimiento de Cristo, aunque no sería arriesgado decir que probablemente exista desde el primer día que el hombre utilizó el mar para trasladar objetos de valor. En el año 78 AC Julio Cesar inició campañas específicas para combatir a los piratas llegando a eliminar a 10.000 de ellos y a capturar a 20.000 en Cilicia, actual Turquía.

Ya en la edad media, los famosos vikingos en sus drakkars se divertían trolleando y haciendo raids, como todos sabemos. En el Mediterráneo los piratas berberiscos y turcos asediaban a las embarcaciones españolas en busca de personalidades por las que pedir rescate y oro que añadir a sus cofres. Por el otro extremo, los ingleses promovían a piratas como Francis Drake para hostigar los intereses españoles. Alemanes y holandeses hacían lo propio con los ingleses. Los franceses, desde la costa atlántica, patrocinaban a sus corsarios contra todos sus enemigos.

Sin embargo, la imagen más extendida del pirata hasta hoy en día es la del criminal sanguinario y corrupto que carecía de cualquier escrúpulo y se gobernaba por el caos de su ambición a lo largo y ancho de los siete mares. Esta imagen fue creada por la propaganda del gobierno británico durante la edad de oro de la piratería (1650-1735), en ayuda de su Royal Navy, ya que el masivo apoyo popular que los piratas recibían había causado que las hordas civiles enfurecidas impidieran varios ahorcamientos por piratería.

Y es que los piratas británicos no eran realmente rufianes que aparecían de la nada, convocados solo por sus ansias criminales. La mayoría fueron antes niños hambrientos y piojosos del East End de Londres, por ejemplo, de donde eran extraídos para ser embarcados como mano de obra esclava de bajo coste, bien en la marina mercante o bien en la Royal Navy, si se necesitaba carne de cañón.

Trabajaban toda la jornada en espacios minúsculos y en tareas hercúleas, comiendo lo mínimo y con el agua racionada. Si se escaqueaban, el todopoderoso capitán les administraba una dosis de Gato de Nueve Colas. Si dejaban de servir para su función, eran arrojados al mar. Al final de su viaje, tras meses o años, se les escatimaba la paga. Era frecuente que no se les pagara en absoluto.

Los piratas de esa época no eran más que esos niños del East End ya mayores y escarmentados, que decidían amotinarse y apoderarse del barco. Crearon un sistema de decisiones basado en la asamblea, y elegían a su capitán a votación. Asimismo, repartían sus ganancias igualitariamente y eliminaron las torturas como práctica de abordo. Marcus Rediker en "Villanos de Todas las Naciones" afirma: "Los piratas británicos vivían bajo el sistema más igualitario que existía en el siglo XVIII". Los piratas fueron, al menos durante un tiempo, héroes románticos y no solo ladrones sanguinarios. Y eran, además, parte del pueblo, cosa que no eran los oficiales de la marina. Por eso los intentaban salvar de la horca, y por eso se creo la leyenda negra de la piratería. Para poder ahorcarlos sin molestias.
Exactamente lo que está pasando hoy día en Somalia.


Somalia Significa Mala Suerte.


“Si el país estuviera cultivado o contuviera casas o propiedades, merecería vuestro esfuerzo luchar por el. Este país es todo jungla, y no sacaréis nada de él. Si queréis piedra o madera, podéis conseguirla de sobra. También hay muchos hormigueros. Hay sol ardiente. Y de mí solo vais a obtener guerra, nada más.”
Sheikh Mohamed. A los ingleses.

Somalia fue una tierra relativamente poco poblada, pero siempre ocupada por una variedad de grupos étnicos y tribus desde hace 2 500 años, sin una idiosincrasia común. El principal hecho diferencial somalí fue el establecimiento del islamismo alrededor del año 900, ya que ninguno de sus países vecinos es islámico, sino cristiano o seguidor de los diferentes cultos minoritarios africanos. A partir de ahí se crearon ciudades-estado, reinos y sultanatos que irían alternando su poder sobre los distintos territorios somalíes, sin tener nunca un poder central lo suficientemente extenso, lo que basará una permanente división que agravará los problemas futuros.

En el siglo XIX entra en juego el hombre blanco. Es la era del colonialismo despiadado en África. Francia, Italia e Inglaterra se disputan Somalia, comenzando un sangriento y duradero reparto de terreno. Finalmente, Italia se hace con la zona sur del país (Somalilandia Italiana) y los ingleses con la norte (Somalilandia Británica).

Desde el primer momento, las fronteras de cada pedazo de pastel no van a estar definidas e italianos e ingleses ocuparan y desocuparan sus territorios hasta 1960, fecha en que se declara la independencia de Somalia.

Pero en una tierra como Somalia, la independencia no les llegará sin antes haber perdido una guerra cruel. Durante veinte años, desde 1901 hasta 1920, los somalíes, comandados por Mohamed Abdullah Hassan (El Mullah Loco, como lo presentaron en Inglaterra) intentan expulsar a los invasores. Mohamed, escritor, religioso, orador y poeta, es el primer somalí en dar el paso del tribalismo al nacionalismo, logrando despertar los sentimientos patrióticos en su público. Recluta a sus ejércitos de camelleros simplemente mediante el discurso incendiario.

El Mullah Loco es para los británicos un peligroso fanático religioso rebelde, y el Parlamento decide, en plena Gran Guerra, lanzar una ofensiva contra la resistencia. Sheikh cuenta con el apoyo etíope, que le proporciona armas ligeras y constructores de fortalezas. Asimismo cuenta con sus Derviches, una orden mendicante sufí, a la que armó con rifles modernos, y a la que utilizaba como tropa ofensiva. Inglaterra se lanza a la guerra por su cuenta, mientras los italianos permanecen a la expectativa.

El planteamiento de la guerra era el de un enemigo atrincherado y en su propio terreno, frente a unos medios tecnológicos mucho más avanzados, y a un ejército más reducido, pero con mayor movilidad y capacidad de fuego. Los ingleses, nada más comenzar la guerra se percatan de la importancia del uso de los camellos en el implacable clima somalí, y crean el flamante Somaliland Camel Corps, después de sufrir severas derrotas (y perder muchas cabezas) a manos del ejército a camello del Mullah Loco.

Sin embargo, la derrota de Mohamed vendrá de manos de la aviación británica, que asalta sus acuartelamientos, eliminando desde el aire a sus camellos y sus provisiones. En 1920 el Mullah Loco será derrotado y muerto en Talleh, mientras huía, tras una espectacular ofensiva británica de 23 días en la que su primera acción, un bombardeo sobre el fuerte de Medish Jid Ali, fue el lanzamiento de una bomba que explotó al lado del Mullah, matando en el acto a su hermana y a un hombre que se encontraba a su lado, pero dejando a este milagrosamente vivo. Ni siquiera quiso la fortuna que se librara de ver como los británicos asesinaban en los 22 días siguientes a 6 de sus hijos, 4 de sus hijas y a sus 4 mujeres, a la vez que desbarataban todos sus ejércitos, después de 20 años de resistencia.

Tras la II Guerra Mundial, y aprovechando la caída en desgracia de los italianos, los ingleses se apoderan al fin de toda Somalia, conservándola como protectorado. Sin embargo, se ven obligados a ceder una parte, el Haud, a Etiopía, por la presión de los aliados, y en virtud de los acuerdos de estos con los etíopes a cambio de colaboración.

En Somalia comienzan a surgir diferentes movimientos insurgentes, esos grupos africanos con tres siglas, tipo SYL, SNL o ASL, que tan precisamente clasificaba el personaje de Nicolas Cage en “El Señor de la Guerra”: “Solo sé que cuantas más palabras estilo libertad, igualdad o solidaridad tengan en el nombre, más armas me compran”. La independencia llega a la antigua Somalilandia Británica en 1960, y a la italiana en 1965, que se anexiona inmediatamente a la primera.

Sin embargo, en 1952 sucedió algo que marcaría la historia de la Somalia independiente: Conoco, un clásico gigante petrolero norteamericano, de los de Houston de toda la vida, comienza una serie de prospecciones en territorio somalí. Los geólogos descubren que la cuenca estratigráfica post-Triásica subterránea del Golfo Pérsico continúa hasta Somalia desde los yacimientos de Marib-Hajar y Say'un-Al Masila en Yemen.

Raymond Marchand, manager residente de Conoco y director de las operaciones petrolíferas de la compañía en Somalia desde los 80, explicaba que “Tuvimos estos buenos indicios…y por eso nos quedamos en Somalia. La gente de Houston estaba convencida de que ahí había petróleo”
El objetivo pasa a ser estabilizar el país y comenzar las operaciones. Los somalíes, siempre desunidos, logran tras varios años de incertidumbre, colocar en el poder al primer ministro Abdirashid Ali Shermarke en 1967, un musulmán moderado del SYL educado en el extranjero. Sin embargo, Shermarke muere misteriosamente asesinado por uno de sus guardaespaldas, y un mucho más conveniente Siad Barre se erige en dictador tras un sincronizado golpe de estado.
Siad Barre es un musulmán que propugna el “socialismo científico”, aunque su educación policial y su carácter militarista darán ese sabor particular a la parte científica de la propuesta. Barre propugna una Somalia unida y centralizada y un pueblo libre de la injerencia extranjera. No conseguiría ni lo uno ni lo otro.

Las luchas de clanes, tribus y facciones políticas continúa ininterrumpidamente, para el interés de Etiopía El poder centralista de Barre es incapaz de sofocar permanentemente el estado de desorden generalizado. Estalla la Guerra de Ogaden, una guerra territorial por un territorio limítrofe con Etiopía, que esta siempre reclama para sí. Somalia sin ningún aliado externo, vence inicialmente a los invasores.

Los comunistas etíopes reciben ayuda de Cuba y Rusia, en plan camaradas, cambiando el signo de la contienda y convirtiendo la guerra en un festival de horrores africano, gracias a las armas de la Revolución. Los somalíes no podían hacer nada frente a los Mig-21 cubanos que bombardeaban sus posiciones, era una guerra perdida, y la victoria inicial no hizo sino recrudecer la venganza etíope tras la vuelta a la tortilla.

Es en esta guerra cuando los etíopes popularizan la técnica de “matarlos como a las cabras”, muy famosa hasta la contienda del 2008, que consiste en asaltar un poblado, sacar a los hombres a las calles y degollarlos, para dejarlos desangrándose en el suelo. Mientras, se disponen tiradores en las proximidades para disparar a todo aquel que se acerque a asistir a los heridos, por lo que las mujeres y niños no tienen más remedio que contemplar desde la distancia cómo los degollados agonizan lentamente.

Llegan los locos 80, y tras la guerra con Etiopía, el gobierno de Barre ha degenerado hacia el totalitarismo bananero. Múltiples grupos insurgentes de todo tipo y condición se levantan a lo largo y ancho del país. Comienza una guerra civil de baja intensidad que duraría durante todos los 80. Barre, traicionado por los socialistas y aislado de cualquier otra ayuda, intenta convencer a los americanos de que es capaz de manejar esa locura de país. Las petroleras, ante ese tímido asomo de control firman acuerdos con el gobierno de Barre, bajo la promesa de estabilidad y paz a cambio de una parte del dinero del petróleo, vía empresas nacionales, siguiendo el mismo esquema de explotación que en el Golfo o en países sudamericanos como Colombia.

Mientras tanto, una gravísima crisis económica y social provoca una inflación desmesurada. Se pagan verdaderos hatillos de billetes a cambio de una porción de pasta, y las calles se llenan de monedas abandonadas. Miles de personas mueren de hambre durante toda la década de los 80, mientras florece el tráfico de armas y el mercado de la guerra.

Los contratos petrolíferos entre el gobierno de Barre y las petroleras, en cambio, comienzan su particular era boyante, firmando acuerdos no publicados en su día, que acercarían la materialización de las ansiadas reservas. Serían la causa de que, en los 90, la población somalí todavía las tendrá que ver más putas. El gobierno norteamericano, y la ONU, aún hoy día, siguen afirmando que Somalia no posee recursos naturales de importancia y que todas sus intervenciones en territorio somalí han sido debidas a la más estricta solidaridad con su pueblo. Según la siguiente cronología de los contratos firmados por Said Barre, dos tercios del territorio somalí se convertían en propiedad de las petroleras. Las expectativas de potencial extracción diaria sobrepasaban a las de la producción de Yemen, mucho para no contar con recursos. Estos fueron los acuerdos:

-31 Enero de 1986: Chevron Corp. Firma por 41,000 Km2 en la costa noroeste de Somalia.

-8 de Julio de 1986: Conoco obtiene el mayor contrato, por 98,700 Km2 en varias zonas de Somalia. El contrato lo firma Jaalle Ahmad Mahmud Farah, Ministro de Recursos y “hombre de confianza” de Raymond Marchand (CEO de Conoco en Somalia) dentro del gabinete de Barre. En cables (a día de hoy desclasificados y disponibles para cualquier internauta, aunque con líneas censuradas) entre la Embajada de EEUU en Somalia y el Departamento de Estado, Raymond Marchand hablá de Farah como “alguien que entiende lo que realmente está pasando”, refiriéndose a que, tras el contrato, todo el gobierno de oficiales Barre estaba esperando ver el dinero fluir, cuando quizás no fuese tan fácil. Marchand, experimentado en prometedoras prospecciones en Chad, fallidas a causa de problemas políticos, intenta chantajear a los ministros, convenciéndoles de que “primero Somalia debe conseguir la paz interna”.

-5 de Mayo de 1987: Amoco consigue un contrato por 35,000 Km2 en las cercanías de Mogadiscio. Farah firmará a su vez este contrato.

-19 Octubre de 1988: Conoco añade otros veinte millones de dólares para aumentar sus terrenos en Somalia.

-6 Septiembre de 1989: Parker consigue un contrato de Conoco para perforar en Somalia, las operaciones comenzarán en los 3 siguientes meses. Conoco obtiene el control de dos tercios de la flota de Air Somalia para desplazar a su subcontratista y proveerle de materiales y combustible. El gobierno de Barre provee con seguridad a los campings de trabajadores a través de su policía.

-29 de Noviembre de 1989: Phillips Petroleum International Corp. Consigue un contrato por unos modestos 3,5 Km2. Phillips prevé comenzar los trabajos de exploración a principios de 1990.

-30 Agosto de 1990: Mobil y Shell se lanzan conjuntamente a un acuerdo para explotar en plataformas marinas los yacimientos submarinos de Somalia.

El gobierno americano concede un plan de ayuda a Somalia, con un aporte de 100 millones de dólares anuales. Conoco invierte en infraestructuras como carreteras, edificios y aeropuertos, tras obtener, como hemos visto, los contratos para la prospección de los yacimientos más prometedores.

El petróleo está listo para fluir.
Han Venido a Restaurar la Esperanza.

“Uno no puede contar con los ricos””

Proverbio Somalí.

A principios de los 90 el gobierno de Barre aún no ha logrado imponer la mano dura y el control que las petroleras necesitan. Es más, Somalia ha degenerado a un territorio completamente salvaje, un paraíso para los traficantes de armas, mercenarios y demás buitres de la guerra.
Los etíopes subvencionan la inestabilidad del país, y el Gobierno de Barre se lanza a medidas cada vez más extremas, como prohibir las reuniones de tres o más personas en la capital, Mogadiscio. La inflación desastrosa convierte la vida cotidiana en una odisea. En 1991, grupos de clanes se aúnan para echar a Barre del poder en un golpe de estado. Se declara la independencia de la antigua Somalilandia Británica, la parte norte del país, menos violenta y más estable que la sureña, aunque sin ningún reconocimiento. Comienza un baile de siglas en el poder: El SNC, el SNM, el USC, el SDM…

El país está en una situación desesperada, y no es nada bueno para los negocios. Para acabar de joderla solucionar la situación, los magnates del petróleo necesitan a los chicos de las metralletas. Los americanos ya han salvado las mayores reservas del mundo en Kuwait. Esto va a ser pan comido.

Así, organizan una campaña de concienciación, estilo las Armas de Destrucción Masiva, los Genocidas del Báltico o el Calentamiento Global, mostrando a los inocentes ojos del pueblo occidental el desastre humanitario en el que viven los somalíes (que era el mismo de hacía 25 años), y la situación política intolerable, como aval para la inminente intervención militar internacional. Lo que va a pasar en Somalia durante los siguientes años es uno de los episodios más patéticos, hirientes y penosos de la historia contemporánea, y en especial de la política exterior de los Estados Unidos de América. Casi todos los episodios narrados en las siguientes líneas son confesiones autobiográficas de los protagonistas, o hechos ampliamente publicados y difundidos. Es difícil entender por qué no han tenido repercusión, o por qué los siempre reivindicativos pacifistas de siempre no han encontrado un hueco en su agenda para Somalia. Quizás porque el Cuerno de África se merece su mala suerte. Quizás porque lo que los reivindicativos del mundo occidental, en realidad, son personas normales y se la suda todo lo que pase en el mundo.

En 1992 el Consejo de las Naciones Unidas autoriza la misión de paz UNOSOM (United Nations Operations in SOMalia), sin duda gravemente agobiados por las desventuras del pueblo somalí. La misión está destinada a restaurar la estabilidad y no tiene derecho al uso de la fuerza más allá de la defensa. Llegan a Mogadiscio ante la tranquilidad de la opinión publica, estableciendo su cuartel en las oficinas de la Conoco, volando a través del país en aviones de la Conoco y merendando (pasta, pescado y leche en polvo) la comida que les ofrece Conoco. Sin embargo, y pese a estar allí por sus intereses, la Conoco comienza a pasar facturas a la ONU cuando los gastos de dietas se incrementan. John Geybauer, representante de Conoco Oil en Houston, dice que la compañía solo estaba actuando como "una buena corporación ciudadana o un vecino agradable".

Bajo el asesoramiento del personal de la petrolera, las fuerzas internacionales pronto concluyen que sin el uso de la fuerza no iban a poder evitar las continuas batallas por el control de los recursos que los clanes mantenían incesantemente. Se forman mesas de negociaciones en las que la ONU pretende formar un gobierno afín al flujo del petróleo. Curiosamente, uno de los cabecillas rebeldes, Mohamed Farrah Aidid, el más fuerte y principal responsable de la derrota de Aidid, no tolera la injerencia extranjera y se opone a la formación del gobierno propuesto por las fuerzas extranjeras.

Viendo que la posición de Aidid es innegociable, en 1992 los EEUU solicitan unilateralmente la transición a una fuerza ofensiva, la UNITAF (UNIfied Task Force), exclusivamente bajo su mando. Mientras tanto, el pueblo somalí falla en percibir que los ejércitos extranjeros acudían en misión de paz, y los reciben con abierta hostilidad: Se vuelan instalaciones de la ONU, se atacan sus aviones y se impide atracar a sus barcos, mientras disparan a las tropas cuando les es posible.
El giro ofensivo de la operación en Somalia, UNITAF, se bautiza como Operación Restaurar la Esperanza y estará compuesta en su vasta mayoría por fuerzas norteamericanas, aunque apoyadas por diferentes países. Entre ellos, España, no solo con sus siempre valerosas tropas y valiosísimo material, sino con el establecimiento de las bases españolas como centros de repostaje para los aviones americanos.

Bajo el pretexto de restaurar las rutas de ayuda humanitaria y la reconstrucción del país, la nueva administración de Clinton ordena seguir en el país, “adoptando medidas tan agresivas como se requieran” con el objetivo de “restaurar todo un pais”. Sin embargo, los verdaderos objetivos de los militares americanos son más simples: Eliminar a Aidid para establecer un gobierno estable y afín a los intereses de los EEUU. El por qué y el para qué son conclusiones que entran en lo especulativo.

La ola de solidaridad internacional con Somalia es verdaderamente espectacular. Imágenes de campos de refugiados del sur de Somalia y del Ogaden, donde los Etíopes siguen haciendo de las suyas, como hace 25 años, enternecen la delicada conciencia del espectador. Es necesario que los buenos hagamos algo. Se difunde la especie de que los propios warlords, y en especial Aidid, bloquean los puertos y las rutas de llegada de la ayuda humanitaria a la población, como arma para subvertirlos contra las bondadosas fuerzas de la ONU. La operación militar, se expone en la prensa, se centrará en facilitar la llegada de ayuda a la población somalí. La realidad como veremos, es que la operación tiene como objetivo único eliminar a Aidid y establecer un gobierno marioneta que permita reanudar las prospecciones y las perforaciones de las empresas petroleras.

El 18 de Enero de 1993, Mark Fineman publica un artículo en Los Angeles Times en el que se exponen por primera vez los acuerdos del petróleo en Somalia, así como el desvergonzado hecho de que los cuarteles de la ONU se establecieran en la sede de Conoco en Somalia. El 27 de Febrero del año 2000 aparece en el Washington Post un inusual artículo de Vernon Loeb. En él, simplemente, dos antiguos agentes de la CIA lo cuentan todo acerca de la naturaleza y el ejercicio de su trabajo. Garrett Jones y John Spinelli, quemados por discrepancias con el gobierno de Clinton y tocados por la maldición somalí, cuentan como fueron sus días al frente de la inteligencia de las operaciones internacionales en Somalia. El siguiente episodio tiene, aparte de su servicio ilustrativo de como destrozar un pais y sumirlo en la miseria y el caos, un gran valor revelador de como las fuerzas americanas trabajan sobre el terreno, más allá de las películas y la magia de los medios.
La Serpiente y los Halcones Negros.

La Guerra del Golfo ha supuesto un cambio de rumbo para la CIA. El General Norman Schwarzkopf se queja tras su final de que los análisis de inteligencia sobre el campo de batalla fueron “advertidos, contradictorios, con notas al pie y deslavados”. Añadió que a la CIA y demás agencias “deben exigírseles que produzcan un sistema que sea capaz de aportar un producto en tiempo real sobre el terreno de operaciones, cuando un comandante se lo solicite”.
Como respuesta a esto, los oficiales senior de la CIA deciden que apoyar las misiones militares de los EEUU debe de ser su prioridad. En 1993, Somalia será su primer intento de ponerlo en práctica.

Nada más que la UNITAF, bajo el mando militar de los EEUU, recibe la dirección de las operaciones internacionales en Somalia, la CIA entra en juego. “El ejército de los EEUU fue a Somalia sin saber nada de ese país. Nosotros íbamos a ser sus ojos y sus oídos sobre el terreno” Afirma William R. Pikney jefe de la División África de la CIA. El primer americano muerto en suelo Somalí será un agente de la CIA cuyo vehículo pisa una mina a las afueras de Barderá, el 23 de Diciembre de 1992.

Con el apoyo personal de Clinton a las operaciones, el ejército americano ejecuta la Operación Restaurar la Esperanza. Justificadas internacionalmente como acciones para liberar las rutas de ayuda humanitaria, recuperan aeropuertos, carreteras y puertos, con el objetivo de controlar una zona estable en la que permitir la entrada de más tropas y colocar bases para la inteligencia de la CIA. Una vez conseguido el control, el ejército americano se retira, dando paso a una nueva coalición internacional, la UNOSOM II.

Mohamed Farrah Aidid, líder de la facción más fuerte, el SNA, y curtido en la guerra contra Etiopía, en las que ha sido el único capaz de resistir, espera pacientemente a que se retire el ejército americano, a sabiendas de que es incapaz de hacerle frente. Aidid controla a través de uno de sus lugartenientes el trafico de qat, una hierba estimulante de efectos similares a la anfetamina que mascan incesantemente los Somalíes, lo que le proporciona una sólida y estable financiación.

Refuerza Mogadiscio y se dedica a emitir programas de radio donde lanza furiosas invectivas anti-ONU, en las que critica a Boutros-Ghali, que había sido valedor del dictador Siad Barre para defender los intereses de las empresas europeas y norteamericanas.
A principios de Junio de 1993 la ONU manda soldados tropas de paz y tanques a destruir la emisora de Aidid. Después de inspeccionar el edificio, son emboscados, muriendo 23 soldados pakistaníes. Los americanos hacen pública una oferta de 25,000 $ por Aidid “Dead or Alive”. Aidid deniega que haya tenido nada que ver con la emboscada y pide una comisión de investigación.

En los EEUU, los militares y los políticos se convencen finalmente de que esto se trata de algo que ellos entienden: La caza del forajido. Aidid es la fuente de inestabilidad en Somalia. Eliminando a Aidid todo se acabará.
El bueno de Bill Clinton apoya y aprueba los siguientes movimientos para asegurar la captura de Aidid.

Diferentes lobbys presionan para que la fuerza americana a enviar sea la Delta Force, una unidad de soldados de élite creada tras Vietnam, destinada a operaciones especiales e infiltración. La existencia de las Delta Force nunca ha sido reconocida oficialmente, y no obedecen a la disciplina militar estándar. Hablando en plata, la Delta Force es una unidad de asesinos de élite, destinada a la eliminación de personalidades enemigas, bien en escenarios de guerra o bien en un contexto civil.

El 12 de Julio se lanza un ataque sobre la supuesta base del SNA, con la aprobación de la ONU y los USA. 17 Helicópteros AH-1 Cobra destrozan con cohetes el supuesto centro de operaciones de Aidid, donde supuestos hombres del SNA estaban teniendo un encuentro, matando una cifra indeterminada de personas, estimada entre 20 y 50 hombres. La indignación por el ataque se extiende por todo Mogadiscio y la gente acude al lugar para intentar rescatar a posibles supervivientes de entre los escombros. Varios edificios adyacentes han sido destruidos a su vez, atrapando y matando a más personas. Cuatro periodistas occidentales, Hansi Krauss de Associated Press, Dan Eldon, Hos Maina y Anthony Macharia, todos de Reuters, se dirigen al lugar de los hechos a investigar lo sucedido. La indignada multitud los acorrala y los mata a golpes. El SNA declara la guerra contra los Estados Unidos de America.

Esta era la respuesta que los americanos estaban esperando, con la muerte de los periodista añadiendo un pellizco de Causa Justa. Clinton aprueba el envío de 450 hombres de la Delta Force, un batallón de Rangers, 16 helicópteros Black Hawk de las SOAR (Special Operations Aviation Regimen) con sus pilotos, los Nightstalkers, hombres especializados y experimentados en pilotaje nocturno, un número indeterminado de Navy SEALS y el vigésimo cuarto escuadrón de Tácticas Especiales (Pararrescatadores y Controladores de Combate) de las Fuerzas Aéreas.
Al frente de este compendio de la crema de las fuerzas armadas norteamericanas se coloca al General William F. Garrison, una clásica y arquetípica figura del militar americano, otra encarnación del espíritu de Andrew Jackson, tanto en figura y porte como en espíritu. Es una encarnación del inconsciente colectivo americano, la figura que necesitan ver cuando sienten miedo.
Garrison ha pasado la mayor parte de su carrera involucrado en las Delta Force, y es que Garrison estuvo en lo que fue el germen de estas fuerzas de operaciones especiales del ejército de los EEUU: El Programa Fénix, una operación conjunta de la CIA y otras unidades del ejército americano para localizar, aterrorizar y eliminar a toda la estructura civil que apoyaba al Viet Cong. El Programa Fénix asesinó a 26,369 personas, lo que constituyó un éxito operativo y dio impulso a la creación de una fuerza de élite con tareas de inteligencia, infiltración, choque y ocultación, que pasó a denominarse Delta Force, y en la que Garrison participó como lider desde el principio. Garrison declinó comentar con la prensa su actuación en Somalia y su versión de los hechos.

Garrett Jones tenía 43 años cuando aterrizó en Somalia, poco después que Garrison. Era un antiguo detective de policía de Miami, con una complexión robusta, cara redonda y mostacho frondoso. Acababa de terminar un curso de un año sobre inteligencia de guerra, en el que había escrito un informe sobre la necesidad de una cuidadosa inteligencia para las operaciones de paz en el extranjero. La CIA había rotado a varios jefes dentro y fuera de Somalia desde el comienzo de las operaciones militares, y en el momento en el que se declaró la guerra, Jones era el único candidato disponible en Langley que supiera algo de África y que quisiera ir destinado a Somalia.
Jones aterrizó en el complejo de la ONU en un viejo helicóptero alquilado a un piloto ruso que vació una botella de vodka en el trayecto. El precio del secreto. Volaron sobre las ruinas que había dejado la Operación Restaurar la Esperanza, respirando el olor a neumático quemado que inundaba Mogadiscio.

Allí se encontró con Spinelli, nombre en clave Leopardo, su segundo de a bordo. Con 46 años, Spinelli también provenía de la policía, en su caso de Nueva York. Era un italiano de Roma, emigrado a Brooklyn con 14 años. Tenía el pelo negro, complexión atlética, y una nariz aguileña que le confería aspecto clásico romano. Había sido trasladado desde Roma, precisamente, donde estaba cumpliendo otra misión. No sabía nada de Somalia ni de África, pero hablaba italiano, lo cual les venía bien para tratar con el contingente italiano, la fuerza que la ONU había asignado a los americanos como compañeros de base y que les estaba dando bastantes dolores de cabeza.

Jones recuerda haber pensado que si aquello hubiera sido una película, Francis Ford Coppola tenía que haber sido el director. Al otro lado de las vallas de la base de la ONU, no había autoridad que controlara más que los hombres de los clanes patrullando en jeeps con ametralladoras montadas. Los edificios no tenían tejados, las ventanas eran agujeros en las fachadas y todo estaba salpicado de agujeros de bala. Los dispositivos de contrainteligencia de alta tecnología barrían el aire de Somalia, pero no conseguían nada. Mogadiscio estaba en una época pre-electrónica. Si querían alguna información solo la iban a conseguir trabajando en la calle como putas. Jones, al igual que el Capitán Willard, tendría que descender por la jungla. Lo que se encontraría al final, junto con Spinelli y Garrison, sería el Horror, lo supieran reconocer o no. Y pagarían por ello.

Lo único con lo que contaba la CIA en ese momento era un pequeño warlord, con el que habían tenido tratos antes de la caída de Barre. Contaba con 400 hombres, lo que era risible frente a los millares de Aidid. Sin embargo, el warlord tenía contactos, justo lo que la CIA carecía. Él y sus hombres conocían el terreno.

La CIA trajo al agente que había tratado con el warlord previamente, nombre en clave Condor. Condor era un héroe de guerra del Vietnam y un agente estelar de la CIA. Tenía además otra valiosísima particularidad: Era negro, lo cual le servía para camuflarse en el escenario como no podían hacerlo ni Jones ni Spinelli.

Desde Langley se ideó un plan que podría pertenecer al género cómico o a la serie B, pero que pensaron que funcionaría: La Oficina de Servicios Técnicos de la CIA modificó un lujoso bastón de mando labrado en marfil para implantarle un transmisor en la empuñadura. El warlord afín se encontraría con Aidid y le regalaría el bastón. Después, localizar al líder rebelde solo sería cuestión de seguir la señal.

Las operaciones militares, mientras tanto, empezaban a entrar en lo caótico, En agosto, cuatro soldados morían en Mogadiscio al pisar una mina con su Humvee. Días después, cuatro más quedarán gravemente heridos al suceder lo mismo. Crecía la necesidad de operaciones precisas dirigidas por la inteligencia, no era posible observar y deambular en ese país lleno de trampas.
Jones se encuentra con Garrison, que aparece mascando un puro en su Lockheed C-141 Starlifter personal, acompañado de su equipo de guardias personales, técnicos de comunicaciones y oficiales logísticos. “Necesito inteligencia” le comunica a Jones, “Contigo en la ciudad, trabajaré para ti” le responde. Juntos, planifican con detalle la operación del bastón de marfil.

Jones obtiene un agente, nombre en código Bufalo, para asegurarse de que las comunicaciones entre la Delta Force y la CIA iban a ser todo lo claras y fluidas que la situación requería. Bufalo, una mole humana de 140 kilos, que ha recibido un entrenamiento similar a un Delta Force en Fort Bragg, se infiltra entre las tropas de Garrison como uno más. Garrison, a su vez, coloca a uno de sus hombres, nombre en código Gringo-II entre el personal de Jones. Bautizan a la misión de caza de Aidid como Operación Serpiente Gótica.

Planifican el encuentro entre Aidid y el warlord. La misma mañana del encuentro, Spinelli, junto a varios agentes de la CIA recogerían al hombre y le entregarían el bastón trucado. Sin embargo, al llegar a la casa del warlord, uno de sus hombres les comunica que ha surgido un inesperado contratiempo. El warlord había decidido echar una partida a la Ruleta Rusa la noche antes de la misión, con tan mala suerte que se había pegado un tiro en la cabeza. Se encontraba aún moribundo con una bala encerrada en el cráneo.

Spinelli coge al warlord y lo lleva a la carrera al hospital de la ONU, pero el médico jefe le deniega el acceso, diciendo que el hospital era para uso exclusivo del personal de la ONU, y aquel hombre era un civil somalí. Spinelli se enfrenta al médico y le intenta convencer de la importancia de aquel hombre. El médico jefe se niega, y el ambiente se calienta. Spinelli amenaza con enviar a todo el personal sanitario de vuelta a su casa.

Mientras se pelean, un médico ha examinado al moribundo warlord y les comunica que quizás su discusión era en vano. “Esta vivo, pero no va a sobrevivir a esta mañana de ninguna de las maneras”.
El Plan A de la CIA acababa de fracasar antes de su comienzo y no tenían plan B.
Aquella misma noche, Aidid lanza un ataque de morteros sobre un aeródromo en el que acaban de aterrizar 130 comandos de las Delta Force, una compañía de Rangers y varios Black Hawks a bordo de cinco gigantescos jets de carga C-5A Galaxy.
Garrison está frenético por el humillante fallo de la misión y por el ataque, y se decide a mandar una respuesta rápida y clara. A pesar de toda su técnica, su logística y su experiencia, el ejército americano sigue siendo la milicia, y Garrison, como decíamos, es su encarnación andrewjacksoniana. Debe mandar una respuesta a los indios escrita en la única gramática que tienen en común.

Garrison presiona a Jones para que le pase información acerca de un lugar de reunión conocido del SNA. Garrison ha obtenido por sus propios medios un objetivo, el edificio Lig-Ligato de Vía Lenin. “Si, ese es un buen objetivo”, confirma Jones.
A las 3 de la mañana, los Nightstalkers a bordo de 12 Black Hawks, depositan mediante cuerdas a comandos de las Delta Force en el tejado del edificio Lig-Ligato. En cuestión de segundos, los ocupantes del edificio se encuentran maniatados y a bordo de los helicópteros que regresan a la base en medio de la oscuridad.

Sin embargo, al llegar al cuartel, se verifica que los hombres que acaban de abducir son un puñado de oficiales de la ONU de diferentes países y sus asistentes personales. El suceso levanta un conflicto diplomático y una serie de preguntas en Washington y Garrison intenta defender la operación como una trabajo de precisión, insistiendo en que aún tiene valor como mensaje a Aidid de lo que son capaces de hacer. En realidad, aquella cadena de ridículos fracasos de las tropas de élite y la CIA ni siquiera les sirvió a ellos como aviso de lo difícil que les iba a resultar capturar a Aidid.

Garrison siguió en su línea de hombre de acción, y tomó una determinación: Si era imposible capturar a Aidid, iba a capturar al menos a sus hombres más destacados. Si no puedes cortarle la cabeza a la serpiente, al menos daña su cuerpo. Garrison se decide a ir tras los lugartenientes de Aidid, las personalidades “Tier 1”. Un precedente de la “baraja de póker” iraquí. El bounty-hunter. Otro paso lógico en la mentalidad cowboy.

Garrison le pide a Jones una lista de hombres de Aidid.“Nunca he oído hablar de esa lista” le dice un perplejo Jones. “Se supone que hay una lista por ahí” le responde Garrison, ladrando a través del aparato “¿No puedes conseguírmela?”. Jones, para su asombro, se entera que el Décimo Batallón de los Rangers, trabajando por su cuenta había confeccionado una lista, y que esta era la que había llegado a oídos de Garrison. Jones convoca a todos sus hombres para revisarla. De todos esos nombres, solo quedaron media docena de los que se podía sospechar una vaga relación con Aidid. Uno de ellos era un ciudadano italiano, otro era un ex militar somalí que encabezaba la resistencia organizada contra Aidid.

A la vista de esto, Jones empezó a sentirse cada vez más frustrado. El caos reinaba en la operación y los rumores y las informaciones basura empezaban a adueñarse de la inteligencia, pensó mientras todos esperaban a que diera alguna señal para actuar.
Condor tuvo una idea para salir del atolladero. Un plan simple y atrevido: Podría ser que el warlord se hubiese matado él mismo, pero sus 400 hombres seguían vivos. El los tomaría bajo su mando y crearía con ellos una red de informadores que barrería Mogadiscio incesantemente a la búsqueda de Aidid.

Spinelli conocía a Condor desde hacía diez años, y a pesar de su aura de héroe de guerra sabía de lo que era capaz y de lo que no. Era probable que uno de aquellos hombres lo delatara, y en ese caso no sobreviviría diez minutos antes de que lo frieran en su sitio.
Pero Jones estaba desesperado y aquello, al menos, significaba alguna esperanza. Hizo poner a Condor su plan por escrito y lo envió a Langley. Se aprobó y asignaron a Condor cuatro francotiradores de los Navy SEALS para protegerlo en caso de extracción urgente. Jones se comprometió a diseñar un plan de escape que no tardase más de veinte minutos en caso de que la localización de Condor estuviese comprometida.

Unas noches después, un helicóptero de los SOARS despegó con Condor hacia un estadio abandonado en el norte de Mogadiscio, desde allí un camión lo recogió y lo llevó a su casa segura, junto a su técnico de comunicaciones de la CIA. Poco después, comenzaron a recibir en el cuartel de la ONU las transmisiones encriptadas de Condor.
En paralelo, Spinelli se encontró con otra baza inesperada. Uno de los hombres de la CIA se encontró con un rival político de Aidid, que le aseguró que dos de sus guardaespaldas estaban dispuestos a entregarlo por la recompensa de 25,000$. Spinelli quería asegurarse personalmente de la información y planeó un encuentro con los dos traidores, con el objetivo adicional de secuestrar a los dos guardaespaldas si lo que le contaban le hacía sospechar lo más mínimo.
Spinelli recorrió junto a Gringo II el cielo de Mogadiscio, buscando el lugar idóneo, con una ruta terrestre segura y libre de minas, para planificar el encuentro. El lugar elegido fue una fábrica de pasta abandonada en una posición intermedia entre Mogadiscio y el cuartel de la ONU.


Spinelli idea un plan para asegurar el encuentro. Necesita cubrir la fábrica de pasta abandonada, nombre en clave Checkpoint Pasta, pero sin que nadie sepa para qué fin. Lo último que necesita es que toda la base de la ONU sepa que hay dos guardaespaldas de Aidid dispuestos a venderlo. Recurre a las tropas italianas, con las que trata con naturalidad, y las engaña para que se movilicen y tomen el Checkpoint Pasta, asegurándolo hasta el momento de la reunión. Los italianos creen que se trata de una operación militar fácil y sin problemas, destinada a afianzar un avance militar de la ONU hacia Mogadiscio.

El día del encuentro, Spinelli y su grupo salen de la base de la ONU montados en dos todoterreno Isuzu Trooper un poco después de las 8 de la mañana. Spinelli comprueba al acercarse a su destino que hay una inusual nube de polvo y un intenso olor a neumático quemado, pero no le da mayor importancia, ya que la ruta sigue estando despejada.

Al dar un giro de 90 grados hacia el Checkpoint Pasta, todo cambia de repente. Tan pronto como giran, los vehículos se ven atrapados por una multitud que rodea la carretera. Hay grandes bloques de cemento bloqueando el paso y neumáticos ardiendo por doquier. Al fondo, sobre la fábrica un helicóptero Black Hawk gira descontroladamente ardiendo en el aire.

Los italianos, cansados y aburridos de vigilar aquel objetivo, en el que podían ser objeto de un ataque inesperado, habían cedido el control del mismo al ejército nigeriano la noche anterior, que también se encontraba bajo el control de la ONU. Los italianos, que ignoraban que la reunión iba a suceder al día siguiente, no informaron a Spinelli de aquello. En cuanto los hombres de Aidid se
enteraron del movimiento de tropas, lanzaron un duro ataque sorpresa sobre los nigerianos. Spinelli y sus hombres se habían metido de cabeza en una emboscada.

“Sal de aquí” le dice Spinelli al conductor, segundos antes de que una lluvia de balas empezara a golpear los vehículos. El blindaje de Kevlar los protegía, pero una bala penetró por la parte trasera con tan mala suerte que atravesó a su vez el chaleco antibalas de Spinelli por un pequeño agujero de ventilación en el cuello.

Spinelli recuerda estar mirando al suelo, recuperando y perdiendo la consciencia alternativamente, mientras veía crecer un charco de su propia sangre. Los guardaespaldas de la CIA que lo acompañaban estaban siendo presa del pánico. Repetían por la emisora constantemente “¡Leopardo está herido, Leopardo está herido!”. Al llegar a la base de la ONU, los guardaespaldas atraviesan la valla metálica con el coche, casi atrapando a dos marines que se encargaban de vigilarla.

Los marines detienen el vehículo, que había sido alcanzado por 49 impactos de bala, y sacan a golpes a los guardaespaldas que han estado a punto de atropellarles. Mientras tanto, Spinelli se desangra en el asiento de atrás. Casualmente, Gringo-II se encontraba en las inmediaciones de la entrada, y tras darse cuenta de la situación, interviene en la pelea entre los marines y los agentes de la CIA, y consiguen llevar a Spinelli al hospital, que repetía incesantemente “No se lo cuenten a mi mujer, no se lo cuenten a mi mujer”.

Los doctores necesitaron dos litros de sangre, unir una arteria y 100 puntos para detener la hemorragia y salvar la vida de Spinelli. Sin embargo, se había dañado tejido nervioso en su cuello y en su hombro, y no sentía el lado izquierdo de su cuerpo. Iba a necesitar más cirugía. Tampoco podía permanecer por más tiempo en el ambiente de Somalia, ya que sus características higiénicas impedían la recuperación de una herida de ese tipo sin riesgo de infección. Garrison pone a Spinelli en un avión con destino a Alemania y de allí a los EEUU. 20 horas después, Spinelli saldría de un quirófano en el Hospital Fairfax en los EEUU.

Sin derecho a una habitación privada (el seguro de la CIA no cubre ese gasto) Spinelli despierta junto a un viejo que ve dibujos animados, su mujer, Darlene, y Thomas Tweeten el vice-director de operaciones de la CIA, que le ofrece una charla barata para reconfortarle. “Es el momento de pedir una promoción, John” le asegura. “Estáis haciendo un buen trabajo en Somalia”, añade durante su conversación. “¿Qué crees que deberíamos de hacer ahora?”. Spinelli le responde “Declarar victoria y salir de allí de una puta vez”.

Mientras tanto, Condor ha sobrevivido en Mogadiscio dos semanas y media, más de lo que hubieran apostado que duraría. Sin embargo, el mismo día que Spinelli recuperaba la consciencia en el hospital, uno de sus hombres le dio el chivatazo a Aidid. Condor levanta el vuelo según el plan de evacuación y logra sobrevivir 20 minutos, lo necesario para ser extraído del mismo estadio en el que lo introdujeron. Al menos una de las dos operaciones no acababa en bajas.
El fracaso de la inteligencia de Jones era manifiesto y absoluto. Se encontraba sin absolutamente nada y con su segundo fuera de juego, incapacitado de por vida en un tragicómico episodio vergonzoso. Aidid debía de estar partiéndose el culo en su agujero de Mogadiscio, rodeado por cuatro negros con AKMs y RPGs mientras el billonario ejercito americano y la CIA se estaban rascando la cabeza.

Los oficiales de la CIA expresaron sus quejas a Jones, no sabían qué andaban ni ellos ni los Delta Force. Le culpaban por no mantenerlos informados. Pero para Jones era difícil informarles de nada, ya que nada era lo que había obtenido. Por rivalidad o por pura paranoia, los oficiales de Langley estaban convencidos de que Garrison estaba ocultándoles información. La CIA tenía una gran presión en la misión somalí, ya que tenían que demostrar su aptitud como fuente de inteligencia para el ejército, después de las quejas públicas de Schwarzkopf.

La CIA solicitó a Jones que espiara a Garrison. Sin embargo, Jones respetaba a Garrison, tanto personalmente como profesionalmente, y sabía que este le mantenía informado de todo lo que hacía. “No he venido aquí a espiar a personal americano” les responde. Amenaza con poner en conocimiento del Inspector General de la CIA su solicitud de espiar a un militar de los USA. La relación con Langley empeora para Jones.

Por otro lado, los asesores de Clinton presionan a la CIA y al ejército para que obtengan algo que puedan vender como un éxito, ya que el Presidente se encontraba necesitado de distracciones. Al recapitular las informaciones obtenidas por Condor, se encuentran con un contacto que mantiene una relación habitual con Osman Ato, el hombre del dinero de Aidid. Ato es quien controla el tráfico de qat y la importación de armas que financia la guerra de Aidid. Osman Ato era el nombre que aparecía justo debajo de Aidid en la lista de personalidades. El contacto estaba dispuesto a entregarlo a cambio de dinero.

Para amortizar su creación digna de la TIA, Garrison y Jones ponen en juego el bastón de marfil. El contacto llevaría el bastón de Ato, mientras el técnico de la CIA especializado en su manejo y seguimiento rastrearía su señal.

Esta vez, todo parecía salir bien. Se efectuó la reunión, y el contacto subió al coche de Ato en el mercado de Bakara. A las afueras de Mogadiscio paran a repostar, momento en el que los Delta verifican que Ato está en el vehículo. Un helicóptero AH-6J Little Bird pilotado por un Nightstalker acecha a la caravana de Ato. Un sniper a bordo del helicóptero dispara sobre el motor del coche inutilizándolo y deteniéndolo, mientras un Black Hawk hace descender por cuerdas a un comando sobre el coche de Ato, que se ve esposado y a bordo del helicóptero en cuestión de segundos.
Esta insólita operación, por fin digna del número masivo de fuerzas especiales desplegado en Somalia, es la que se puede ver al principio de la película “Black Hawk Down”, película que retrata un incidente de las operaciones de Jones, Garrison y Spinelli en Somalia, y que es necesario comentar. La película, que sin duda ofrece un retrato ultra-realista de las acciones de combate, oculta todos los episodios moralmente comprometidos de la misión norteamericana en Somalia, ofreciendo la clásica visión heroica (y asquerosamente maniquea) del soldado americano, el chico que actúa como si estuviese abandonado a su suerte en un territorio hostil y no formase parte de una organización con fines dudosos, empaquetada y preparada para el ciudadano occidental.

En la película aparece el general Garrison estupendamente retratado, con su puro y sus gafas Ray-Ban de piloto, incluso el actor tiene un asombroso parecido físico con el verdadero William F. Garrison, pero no se habla de la parte “sucia”, del bastón mágico, de Spinelli, de Jones, de lo que habían hecho en Somalia. Se justifica todo con la versión oficial de que Aidid bloqueaba las rutas de ayuda humanitaria y provocaba la hambruna para subvertir al pueblo. Lo cual era obviamente falso, como estamos tratando de exponer. Aidid solo era una amenaza para las petroleras, y a la misión de guerra se la sudaba la ayuda humanitaria, más allá de los motivos cosméticos. Y ese realismo meticuloso de las escenas de guerra no se podía haber dado sin conocer todos los demás detalles de la Operación Serpiente Gótica. Si Ridley Scott y los guionistas de la película conocían la captura de Ato, conocían el episodio del bastón y no lo expusieron a sabiendas.
Conocían lo de Spinelli, lo de Condor y todo lo demás, y decidieron ofrecer una versión manipulada y corrupta de lo que sucedió en Somalia. Y si consideraban que aquellos hombres americanos que murieron en Somalia eran héroes, no hicieron sino escupir sobre sus tumbas al ocultar a propósito que lo que hicieron en ese país fue defender los intereses comerciales de su país frente a una población indefensa en un país destrozado por las guerras coloniales, las guerras con Etiopía y los intereses de las naciones occidentales y comunistas, que solo se habían servido de Somalia para perjudicarla en función de estos intereses.

Sin embargo, su espectacularidad y realismo (que realmente es fruto de una investigación meticulosísima de la Batalla de Mogadiscio y de todos los factores que intervinieron en ella) dan el mensaje opuesto: Esto fue lo que pasó. Y no, no fue lo que pasó, aunque lo se vea sea verídico y esté perfectamente representado. Por mucho que sea predicar en el desierto, y más en estos tiempos, no podemos tomar las representaciones, por muy fidedignas que sean, por las realidades. Por muy perfecta que sea la representación, tanto o más sofisticada puede ser la manipulación. Pasa cada día en nuestras pantallas, entra en nuestros ojos sin esfuerzo, conocer lo que hay detrás es un trabajo arduo y penoso. Pero hoy más que nunca, al alcance de la mano.

La captura de Ato, pese a la alegría de Garrison y Jones, no supuso el éxito que esperaban. Según el conocimiento del incidente de Spinelli iba creciendo en Washington, el descontento de los jefes militares y políticos seguía en aumento. Los analistas de la CIA emiten un informe del cual Jones aún recuerda su título “Se avecina un desastre en política exterior”. Según el informe, la caza del hombre estaba generando aún más inestabilidad, alejándolos de sus objetivos en vez de acercarlos a ellos. En el Congreso, los diferentes lobbys, a través de sus congresistas a sueldo, comienzan a presionar para retirar a las tropas de Somalia, convencidos con la nueva idea de que quizás fuera mejor dejar a los somalíes organizar su mierda ellos solos. Sin embargo, no se llega a dar la orden de suspender la caza.

A finales de Septiembre, una rama del subclan Habr Gidr del grupo de Aidid, conocidos como los Suleimanes se presentaron en el complejo de la ONU. Estaban cansados de las continuas agresiones de las fuerzas de la ONU en su vecindario, y querían que su líder, un antiguo miembro del SNA que ahora se oponía a Aidid, fuera eliminado de la lista de los americanos.
Jones vió clara la oportunidad, y engañó a los Suleimanes haciéndoles creer que les estaba haciendo un gran favor dándoles el alto el fuego a cambio de que espiaran para él. Les dio una emisora de radio y retiró a un agente, nombre en código Cheetah, para destinarlo a coordinar las informaciones. Cheetah había significado problemas para Jones, ya que estaba recién salido de la universidad y tenía manías como negarse a llevar armas ya que temía dispararse a si mismo. Jones, para su tranquilidad y en vista de los anteriores desastres, decidió controlar al líder político él mismo.

Jones se sentía personalmente responsable del estado de la misión. Se había saltado todos los procedimientos de la Agencia en los que estaba entrenado y familiarizado, ya que la función de inteligencia militar requería respuestas rápidas. Normalmente se somete a todos los chivatos, traidores y colaboradores a sesiones de polígrafo, entrevistas y reuniones donde se evalúa el nivel de cooperación y la capacidad de estos, pero los 450 Delta Force, hastiados en su hangar, querían certezas rápidas. A pesar de tener órdenes de saltarse los hábitos básicos del espionaje en esa misión, el análisis de Jones era que la ausencia de estos era el origen de la catastrófica cagada que estaban llevando a cabo en ese país.

Para acabar de arreglar las cosas, desde primeros de Octubre el cuartel de la ONU se veía atosigado noche y día por fuego de mortero. La moral de Jones estaba en un punto bajo y en ese estado escribió un informe para Langley. El informe era un documento denominado “Aardwolf” en la jerga de la CIA, y que consiste en la franca comunicación de la situación de su misión por parte de un agente senior.

Marcó el informe con el “eyes only” destinado al jefe de la División África de la CIA, Pikney. “Las cosas están mal y se están poniendo peor” recuerda haber comenzado el informe. Los Delta Force estaban siendo mal usados y la caza de Aidid, más que ayudar a estabilizar el país, estaba teniendo el efecto contrario, y lo tendría aún más si tenían éxito.

Jones cuenta como Pikney le mandó un cable al día siguiente, en él no menciona los problemas que Jones le ha expuesto y se limita a pedirle que no critique a los oficiales de la CIA ni a la política de los EEUU. Le dice que el aardwolf estaba “Muy mal hecho” y que contenía “pobres elecciones de un lenguaje excesivo”.

Piekney confesaría más tarde que la CIA era consciente de lo erroneo de la política de su Gobierno y que mantenían diferencias irreconciliables en las teleconferencias semanales que tenían con la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Sin embargo, debían acatar las órdenes de Clinton.
En tan solo un día, las peores profecías del análisis de Jones se materializarían de manera dramática. Fue el día de los Halcones Negros derribados.

El 3 de Octubre, Garrison y Jones se encontraban charlando informalmente en el aeródromo, cerca del hangar-residencia de las Delta Force. Reciben un aviso, hay una transmisión de Cheetah desde las calles de Mogadiscio. El suleiman ex lider del SNA le ha informado de que Aidid y un conjunto de sus lugartenientes (incluyendo dos de los más buscados, Omar Salad Elmi y Mohamed Hassan Awale) se iban a reunir inminentemente dentro de un edificio a 50 yardas del Hotel Olympic, en las inmediaciones del mercado de Bakara, el corazón de las operaciones del SNA.

Garrison ordena transmitir a Cheetah que el suleiman debe decirle a su chofer que conduzca hasta ese lugar y una vez allí abra la capota como señal.
El conductor se raja a medio camino y vuelve a la posición de Cheetah. Garrison le transmite el siguiente mensaje: “Dile que lo haga”.
El chofer se arma de valor y consigue llegar al objetivo. Un avión espía Orión y varios helicópteros de vigilancia marcan la localización exacta. Llegan imágenes de video de la zona al cuartel. Garrison y Jones pueden ver un Volkswagen amarillo aparcado cerca. Se trata del coche de Omar Salad Elmi, un modelo inusual para Somalia.
Después de meses de paciencia, operaciones fallidas, hombres perdido y operaciones de desgaste de Aidid, los Delta Force y la CIA tenían lo más parecido a una oportunidad sólida. Jones estaba junto a Garrison cuando este transmitió una orden de ataque por la megafonía del hangar.
“Los helicópteros parecían una gran serpiente negra levantándose entre el polvo al despegar de la base” recuerda Jones, justo antes de entrar al centro de operaciones conjuntas y ver lo que aquellos helicópteros veían en imágenes de video en tiempo real.

En unos minutos, los helicópteros estaban en las tripas de Mogadiscio, soltando comandos por cuerdas sobre el edificio objetivo, antes de perderse dentro de él. Transmisión entrante: “Carga preciosa”. Los comandos tenían 24 somalíes esposados y listos para la extracción. Solo necesitaban un viaje hasta la base. Garrison envía un convoy de 12 vehículos hacia el objetivo.
En ese momento, Jones va a su oficina a mandar un cable a Langley en el que describía la operación. 15 minutos después vuelve junto a Garrison.
“¿Cómo está yendo?” Pregunta Gringo II, al salir al hangar.
“Perfecto” Responde Jones.
Gringo II se dirige a los monitores, hay una transmisión entrante. Un helicóptero Black Hawk ha sido derribado y se ha desviado el convoy de 12 vehículos con su “carga preciosa” al lugar del suceso.
“Un cacharro se ha venido abajo, pero está bien” le grita a Jones desde su sitio. “Tienen una contingencia”.
La radio comienza a crujir de nuevo. “Hay otro Black Hawk yéndose a tomar por el culo justo ahora” Es Condor, desde la tienda de campaña que ha montado en una duna. “Lo estoy viendo caer”.
“Esto ya es un desastre” Dice Gringo II entre dientes.

Mientras tanto en Mogadiscio, el convoy se ha perdido en sus calles laberínticas, mientras se dirigía al lugar del primer derribo. En cada intersección recibían fuego de ametralladora y RPG (Rocket Propelled Grenade, granadas propulsadas por cohete, el distintivo “palo con cohete” de los moros malos). 90 minutos después de desviarse hacia el lugar del accidente, deciden abandonar su objetivo y volver a la base. Casi la mitad de los ocupantes del convoy- 50 soldados americanos y 24 prisioneros somalíes- han sido alcanzados por balas o metralla.

Mientras tanto, se manda otro convoy para intentar aliviar el cerco que sufren 90 soldados que se han concentrado en los alrededores del primer helicóptero caído. Este convoy, a su vez, tiene que darse la vuelta debido al intenso fuego que recibe en su camino. Jones sale por la puerta trasera del hangar y observa las balas trazadoras dirigiéndose hacia el cielo, disparadas por los soldados del segundo convoy en su huida hacia la base. Solo mientras escapaban, dispararon 60,000 balas, mientras la noche se echaba en la Batalla de Mogadiscio.

Mientras veía acercarse a lo que quedaba del convoy, avisan por megafonía que se necesita sangre A positiva. Jones se dirige al hospital, voluntario para la donación. Allí observa a los soldados heridos llegar ininterrumpidamente, saturando la capacidad del personal. La paranoia del espía comienza a surtir efecto en Jones. Una idea le cruza la cabeza obsesivamente: “¿Han sido traicionados por un agente doble que les acaba de mandar de cabeza a una emboscada?” Jones se sigue sintiendo molesto por la ausencia de métodos para asegurarse la confianza en los informadores. Garrison y sus comandos no han discriminado en ningún momento las informaciones. Son hombres de acción.

Jones quería esperar a que la batalla acabase para ponerse en contacto nuevamente con Langley, pero el alivio no llega al lugar del primer impacto, y dos francotiradores de élite de la Delta Force que se han insertado voluntariamente para ayudarles han sido sobrepasados y muertos.

Alrededor de las 10, llama a Jabalí, su hombre infiltrado en las Delta Force, para pedirle un informe de situación. Tras oírlo, decide ponerse en contacto con sus superiores de la CIA en Langley. Manda un escueto mensaje en clave: “NIACT IMMEDIATE”, abreviatura de NIght ACTion. El mensaje significa que el oficinista de la CIA que estuviera de guardia al tanto de las transmisiones esa noche, debía despertar a los oficiales y mandar traerlos urgentemente de sus casas porque algo realmente malo estaba pasando en algún lugar del mundo. A continuación Jones manda un escueto resumen de la situación: “Dos helicópteros caídos, seis muertes confirmadas, 90 soldados acorralados y luchando por su vida. Batalla en pleno auge.”
A las 11:15, un tercer convoy de 70 vehículos liderados por la fuerza de reacción rápida del Décimo Regimiento de Montaña de los Rangers de los EEUU, y provistos de cuatro tanques pakistaníes y 28 APC (Armored Personal Carrier, transporte blindado de personal) malayos se dirige hacia el lugar de la emboscada. Poco después de salir de la base, el convoy cae en una nueva emboscada.

A la 1:55 A.M., ya el 4 de Octubre, una unidad del Décimo de los Rangers consigue llegar al lugar del segundo helicóptero derribado. Una vez allí solo encuentran rastros de sangre y los restos del aparato abandonados. Aproximadamente a la misma hora, otra unidad de Rangers consigue unirse a las tropas asediadas tras un intenso combate por el terreno.
Justo en el momento en que llega la comunicación de que han conectado con los soldados asediados, Jones se pone a la radio y ordena a todos sus hombres, junto con sus informadores y aliados que duerman durante dos horas para estar preparados a la primera luz del amanecer. Jones quiere que barran las calles de Mogadiscio en busca de soldados desaparecidos.
Los soldados logran embarcarse en el convoy de rescate y salir del lugar del derribo, improvisando un hospital de campaña en un estadio abandonado en la carretera 21 de Octubre. Son las 7 de la mañana. Han muerto 18 soldados americanos y hay 84 heridos. Ha sido el combate en tierra más violento desde la Guerra de Vietnam.

Mientras el humo se despeja sobre Mogadiscio, y los vehículos con los combatientes comienzan a llegar a la base, Jones no puede contener su angustia durante más tiempo. Se dirige a uno de los soldados que acaban de desembarcar tras una noche de batalla.
“¿He metido a esos chicos en una emboscada?” Le pregunta suplicando a un perplejo Navy SEAL.
“No” Le responde el soldado. “Eso no era una emboscada, señor. Solo se ha tratado de un tiroteo.”


Una semana después Jones sale de Somalia para siempre a bordo de un C-5 Galaxy dirección a Egipto y luego EEUU. Viaja junto al ataúd de un soldado muerto.
El fiasco había sido tan grande que la CIA retiró a todos los hombres del terreno, mandando a otros 40 al mando de un oficial mucho más experimentado, de su división de América Latina. Las acciones de los EEUU, sin embargo, estaban acabadas. La CIA tenía la orden de estar a la espera mientras los políticos y la diplomacia norteamericana intentaban saber qué hacer con un incidente que había saltado a todas las primeras planas del mundo.

Cuando Jones llega al cuartel de la CIA, Piekney se niega inicialmente a hablar con él. Más tarde, Piekney le convoca, y frente a otros agentes, le incrimina diciendo que ha recibido constantes informes de los agentes de la CIA a su cargo en los que decían que Jones les ordenaba tomar riesgos innecesarios.

Jones no se lo tragó. Le dijo a Piekney que aquello era una obviedad, Mogadiscio era un lugar peligroso y cualquier cosa que les hubiera pedido a sus hombres habría entrañado un riesgo. Jones cree que le están haciendo la cama. Se despide de Piekney y se toma un mes libre, antes de volver de nuevo como segundo comisario de la división africana.

En aquel momento, los oficiales de la CIA comienzan a preocuparse por rumores que salen de la Casa Blanca según los cuales todo el desastre de Somalia les iba a caer encima como un “fracaso de inteligencia”. Los espías son buenos cabezas de turco ya que por la naturaleza de su trabajo no pueden explicarse públicamente. Las alarmas se disparan cuando el Consejo de Seguridad Nacional encarga un análisis de la actuación de la CIA en Somalia.
En Enero todos los detenidos por los americanos en Somalia, incluidos, Osman Ato y los lugartenientes de Aidid capturados el 3 de Octubre son liberados en Mogadiscio. Ya no hay ningún motivo ni ninguna justificación para retenerlos.

Un senador, el republicano John Warner se presenta en Langley para realizar una investigación por su cuenta. Convoca a Jones para entrevistarle y le pide que le cuente todo lo que ha pasado en Somalia. Jones lo hace.

Al acabar, una hora después, el senador le dice “Garrett, ¿Para qué estábamos en Somalia? ¿Para hacer qué?”.
Jones duda durante unos momentos: “Tiene que preguntarle usted al Presidente. No sé qué estábamos haciendo allí.”
Warner continuó solicitando documentos y entrevistas a la CIA durante un mes, hasta que estuvo completamente satisfecho. Cita a Jones para un encuentro final y le comunica su agradecimiento por su dedicación y su visión. “Tu y tu gente habéis hecho un trabajo maravilloso, muchas gracias” se despide el senador.

El senador y su equipo emiten un memorándum al Comité de Actividades del Ejército en el que muestran su conformidad con todas las acciones de la CIA en Somalia. En él, se cita a Garrison diciendo “La CIA se integró efectivamente en la misión. Nunca he visto nada mejor por parte de la inteligencia”.

La Comisión para la Política Exterior de la presidencia llega a similares conclusiones en un informe sobre Somalia. Parece que los trapos sucios se han lavado sin que nadie resulte salpicado. Sin embargo, según el interés se mueve hacia nuevos objetivos, Jones y todos los implicados en el desastre somalí son condenados al ostracismo.

La verdad es que todos los implicados pagan un alto precio por la misión. Jones visita a Spinelli en su casa. Ha perdido la movilidad del brazo izquierdo. Sufre ansiedad aguda, y tiene la sensación constante de que va a sufrir un ataque al corazón, y ha tenido que pedir en varias ocasiones que lo trasladen al hospital porque creía estar sufriendo un infarto. Tiene pesadillas recurrentes en las que muere en acción. Su psicólogo le ha calificado como inválido para el servicio. No recibió ninguna condecoración por su servicio en Somalia (con el aporte económico que supone), ya que nadie quería que se investigase cómo acabo siendo herido en el lamentable incidente de la fábrica de spaghetti.

Jones es destinado a Namibia. Comienza a sufrir ataques de furia y pesadillas. Desarrolla fibromialgia, una enfermedad rara y poco tratable que genera contracturas y dolores por todo el cuerpo. En una visita al médico a causa de una bronquitis, le dicen que tiene el hígado destrozado, ha estado bebiendo demasiado. Garrett Jones es retirado del servicio activo y le mandan a una residencia para su tratamiento médico y psicológico. Actualmente vive retirado en su granja de Ohio, y sigue acudiendo a un consejero psicológico.

Para el general William F. Garrison las cosas están mucho menos claras. Como era de esperar en el hombre que fundó y encarnó durante treinta años el corazón de las fuerzas de operaciones especiales, su destino y su paradero son un misterio. Como se ha señalado antes, Garrison ha rechazado hacer ninguna declaración sobre su intervención al mando de la operación de caza de Aidid, cabe suponer que por puro patriotismo. La unidad que dirigió durante 30 años, la Delta Force, no existe oficialmente, por muchas películas de Chuck Norris que hayan visto. No se ha reconocido su intervención en ningún conflicto armado, pese a ser vox populi que, por citar ejemplos más cercanos, han sido los responsables de la captura de Milosevic, del asesinato del hijo de Sadam Hussein, y de la búsqueda y captura de este. Amén del resto de la baraja iraquí. Del propio Garrison no hay fotografías, fichas militares, nada.

Lo que si se se sabe a ciencia cierta que Garrison se retira de su cargo de General y abandona su carrera el día 2 de Agosto de 1996. Casualmente, el día antes, Mohamed Farrah Aidid muere por una herida de bala en un oscuro incidente, un año después de que el SNA declarara la victoria en su guerra contra las Naciones Unidas y que el Ejército Americano abandonara definitivamente sus bases en Somalia. Un verdadero vaquero nunca pierde un duelo, aunque sea el último en desenfundar.

Cuando Vernon Loeb, autor del reportaje que he descrito, le pregunta a Jones que por qué cree que Somalia acabó dejándoles heridas tan profundas a todos los personajes implicados este le responde “Creo que si vives el suficiente tiempo a base de adrenalina, algo se rompe dentro de tu cabeza”.

La Forja de los Piratas.

En 1996, y tras el desastre de la intervención internacional en Somalia, el país está sumido en un caos intratable, un país de pastores y de guerras tribales que ahora se libran con armamento pesado y la crueldad añadida por la injerencia de las naciones extranjeras. Las petroleras dan por perdida toda su inversión y abandonan la esperanza de estabilizar el país. El intento americano solo había traído los efectos contrarios. Los únicos que se atreven a intentar meter mano son los wahabitas y los islamistas radicales de la vecina Yemen, que han esperado su turno de meter la zarpa. Financian facciones yihadistas, la Unión de Tribunales Islámicos (a pesar de ser musulmanes, los somalíes no son yihadistas) que solo sirven para facilitar la entrada de más armamento en el país. Somalia se fragmenta en pequeños estados no oficiales, que derivan de las fronteras coloniales, como Puntland, la Somalia del Sudoeste o la antigua Somalilandia Británica.

Para el año 2002 se vive una guerra civil de la que no se informa en la prensa. Los Islamistas quieren imponer la saria en el país, lo que provoca un fuerte rechazo social, ya que entre las normativas se encuentra la de no mascar el khat, o la de prohibir los partidos de fútbol. La ARPCT (Alianza por la Restauración de la Paz y el Contra Terrorismo) inicia un conflicto armado que llega a Mogadiscio en el 2006, atrapando como es costumbre a un número indeterminado de civiles. Se rumorea que la CIA está armando al ARPCT, y el Gobierno de los EEUU, en plena Guerra contra el Terror y temiendo que Somalia se convierta en una base estratégica de Al Quaeda, no desmiente las acusaciones. A pesar de que el petróleo somalí está perdido, hay que recordar que frente a sus costas desfilan cada día los galeones cargados de oro negro.

Etiopía, siempre atendiendo a sus demandas del Ogaden, lanza una nueva ofensiva, reconquistando territorio somalí, con sus tradicionales métodos africanos de guerra y castigo, encontrándose con poca resistencia armada en un pais desmembrado y sumido en su enésima guerra civil entre tribus de pastores financiados por la CIA y los Saudíes. A día de hoy, un acuerdo con la ONU ha garantizado la retirada de las tropas etíopes del territorio somalí.

Con este panorama y en un país como Somalia, las cosas solo podían tomar un giro determinado: Hacia peor.
Desde que los americanos abandonan el país, misteriosos barcos europeos comienzan a aparecer por las costas somalíes. Tiran grandes barriles y contenedores en el océano. La gente de las poblaciones costeras comienza a sufrir un alto índice de enfermedades cutáneas, nauseas y bebes con malformaciones.
El enviado de la ONU a Somalia Ahmedou Ould-Abdallah declara a Johann Hari, un periodista británico independiente que “alguien está vertiendo material nuclear aquí. También plomo, cadmio y mercurio, todo lo que te puedas imaginar”. La fuente de los residuos son hospitales y empresas europeas, que ceden sus residuos a la camorra para que se deshaga de ellos a bajo coste, que mejor que en Somalia, antigua colonia italiana y país sin ley, donde la impunidad que necesitan está garantizada por los esfuerzos de las tropas de la ONU y su inestimable trabajo para derribar el pais en los 90.

Que la camorra gestiona los residuos de las empresas y los hospitales europeos no son noticias nuevas, en su best-seller “”Gomorra”, Roberto Saviano describe con claridad meridiana como la bienpensante y ecológica Europa se deshace de su mierda a través de la mafia.
Piénsenlo por un momento, porque esto es parte de una reflexión mayor. Estamos participando de un bulo catastrófico, padecemos un ecologismo buenrollista y conducimos coches de bajo consumo. Es todo mentira. La mierda que producimos y que necesitamos producir (la radiografía nos salva la vida, el cadmio protege nuestra integridad en elementos estructurales) no podemos deshacernos de ella limpiamente porque tenemos una legislación hipócrita y basada en la concienciación babosa y falsa, una hiper-imposición de impuestos por la producción de bienes de consumo diario para satisfacer a unos heroes verdes que han contaminado la sociedad con su ideología del pecado ecológico, y los que se aprovechan de ellos para hacer negocio, que a día de hoy son las empresas energéticas, los gobiernos y los bancos (por supuesto).

Tenemos un sistema de mierda, una falsa moral, una indecencia criminal y una suciedad ideológica que acaban pagando los más pobres del mundo. No estaría bien que nadie de nuestro país saliese a la calle cada día sin ser consciente de ello.
“Y los gobiernos europeos no hacen nada, no hay prevención, compensación, no limpian nada” finaliza Ahmedou. Por supuesto que no, porque es lo que les permite hacer sus políticas de conciencia limpia. Porque saben que sus votantes somos una masa imbécil que prefiere una mentira biensonante.


Y por supuesto, un nuevo giro hacia la catástrofe. El Tsunami de 2005 arrastra toda la masa de residuos radiactivos y metales pesados tierra adentro, envenenando las cosechas y provocando miles de casos de envenenamiento por radiación.
Y por supuesto, un nuevo clavo en el ataúd. A los pescadores no se les ha pasado por alto que Somalia es un país sin ley, y por tanto un océano sin dueño. Cientos de barcos expolian sin complejos las ricas reservas de marisco y atún que viven bajo las aguas de Somalia. Según observadores extranjeros, por el calado y número de los barcos, estiman que, desde mediados de los 90, 300 millones de dólares anuales de langosta, atún y langostinos son robados de las aguas somalíes, libres de las restricciones que las demás naciones imponen para la conservación de su fauna.


El saqueo es tal que para el año 2005 los pescadores locales no pueden obtener su tradicionalmente abundante fuente de alimentación, mermada de por sí debido a los vertidos de la ponzoña europea. Es en este momento cuando nacen los Piratas de Somalia. Grupos de pescadores modifican sus lanchas para convertirlas en una suerte de fuerabordas con las que intentan disuadir a barcos como el “Playa de Bakio” de robar su comida. Exigen un impuesto a cambio con el que costearse su alimentación en tierra. Los tripulantes de “Playa de Bakio”, igual que los de los demás pesqueros españoles que van a saquear las aguas sin ley de Somalia, llegan a representar un tercio de las ganancias totales de sus empresas.


El éxito de las patrullas es tal que pronto comienzan a organizarse, llamándose los Guardacostas Voluntarios de Somalia. La ambición de los piratas crece, junto a su apoyo popular. Según un sondeo realizado por el periódico somalí WhardeerNews, el 70% de la población está dispuesta a apoyar activamente la piratería. La piratería comienza a atraer a guerreros de tierra, y degenera en mafias y todo un mundillo portuario alrededor de los dólares que consiguen gracias a la piratería. El abundante armamento vendido por los traficantes de armas o directamente suministrado por los radicales islámicos, los antiguos comunistas y las potencias occidentales contribuye a la fortaleza del negocio.


Y entonces empieza el gran problema y la campaña mediática. Es la misma historia que hace dos siglos, quizás ahora comprendan la piratesca introducción. Los somalíes comienzan a interferir en las rutas de los grandes petroleros que pasean por delante de las costas somalíes, el 20% del suministro mundial de crudo. Los americanos comienzan a ver en sus noticieros las atrocidades cometidas por los extraños piratas negros, armados con el AKM y el RPG de sus pesadillas.
Los españoles comenzamos a ver preocupación en la cara de Matías Prats. La reacción popular comienza. Debimos actuar con más dureza frente a los secuestros. Hay que mandar a los chicos de las fragatas. Ron Paul, el simpático libertario republicano propone que se cree una red de cazarrecompensas en el índico, para no tener que mandar a los Navy SEALS y sufragar el gasto de su desplazamiento. “Si ponemos a 100 aspirantes a Rambo patrullando el mar, es una buena manera de hacer el trabajo”.


El ejército francés comienza a bombardear aldeas costeras, “refugio de piratas”. Los americanos ponen a sus chicos en marcha. Los chinos y los indios contribuyen, por su cada vez más grande pedazo de petróleo. Y los españoles, adalides del Bien Pensar, la Solidaridad y la Alianza de Civilizaciones, personificados en la atractiva personalidad de la Ministra de Defensa que Mola, la fragata “Marques de la Ensenada”, 90 soldados y un avión para que protejan a la Repsol, en una extraña maniobra, ya que Repsol, como en el caso de Caño Limón en Colombia, primero suele esperar a que los mercenarios de una petrolera americana, en cooperación con el ejército americano, limpien de estorbos la zona para luego hacerse con unos beneficios marginales, pero libres de gasto militar.


No hay duda de que todo pasará, que los piratas serán vencidos una vez más por la flota imperial, y ahorcados ante la complacencia de todo el mundo, que los recordará como los criminales que realmente fueron. Pero alguien debe saber la verdadera historia de los piratas de Somalia, y que antes de ser ahorcados, esa historia decía “Lo que hice fue para evitar perecer. Fui forzado a la piratería solo para sobrevivir.”